Liam Fox de 33 años de edad, se convierte en un héroe predestinado a salvar al mundo. La élite corrupta de esta nación tiene como objetivo enriquecerse gracias a los recursos del planeta, sin tener en cuenta ni comprender, el frágil equilibrio existente del ecosistema. El personaje es un huérfano, hijo de un submundo postapocalíptico llamado Under Legacy, adoptado como discípulo por su mentor y maestro Solomon, gran alquimista y sabio procedente de una antigua orden ocultista.
Gracias a sus cualidades innatas como la valentía, la generosidad y la inteligencia, y por otras menos inherentes en su persona, pero aprendidas por el anciano asceta, como son la moderación, el control, el sacrificio y el buen juicio, Liam posee una educación fuera de lo común.
Lejos de considerarse víctima de su destino, se muestra íntegro y auténtico, confía en la fuerza de su voluntad y de su imaginación, para lograr con determinación su propósito.
En un principio lucha contra dos polos opuestos; por un lado la fuerza de la razón pura que promueve la sociedad en la que vive, y por otro los conocimientos herméticos que aprende de su maestro Solomon, con el que tiene una relación más parecida a la de un padre y su hijo.
Alberga junto a su hermana la doctora Vega Polanski, grandes esperanzas para su oprimido pueblo, que aunque vive en una metrópolis ultra avanzada tecnológicamente, por desgracia escasean los valores éticos y morales. Gracias a la educación nada usual que ha recibido, descubrirá los poderes ocultos, que sin saber guarda en su interior.
Sí Under Legacy fomenta el hedonismo como justificación incompleta del bienestar personal, solo basado en la obtención de los placeres mundanos, el personaje se revela contra esta visión superficial de la vida. Cree en otras motivaciones humanas ligadas a cuestiones profundas, como el intento de reclamar una humanidad perdida.
Es una persona apasionada por la justicia. Nunca intentaría abusar de los demás para fines propios. Hombre intrépido y honesto, al que lo que realmente le importa es la búsqueda de la verdad. Se esfuerza constantemente por trabajar con los criminales de Under Legacy para convencerles de que cambien, ya que nunca da por perdido a nadie.
Sin embargo, si en su adolescencia se interesa por luchar contra el crimen existente, poco a poco irá en la búsqueda de desafíos más acordes a su entereza mental. Su carácter explorador y aventurero, sumado a un talento para luchar contra las amenazas, consigue dar salida a sus anhelos más profundos.
En la facultad adquiere los conocimientos científicos necesarios para construir máquinas y repararlas. Como posee una memoria extraordinaria, y una mente flexible, se convierte en unos de los mejores alumnos de su promoción, alcanzando la categoría de genio, que le da acceso a un cargo de alta responsabilidad. Aunque su situación laboral y económica es favorable, Liam sabe que los genios dependen de héroes para crear una sociedad libre, que mantengan las condiciones sociales necesarias, que les permitan alcanzar su extraordinario potencial. Por este motivo, aunque su situación es privilegiada, pelea cuando es necesario a favor de la justicia.
Su comportamiento será puesto a prueba en situaciones en las que falla, corre riesgos y sufre daños, con lo cual tiene que demostrar que es digno de su casa y su maestro. El anciano lanza imperiosas reprimendas a su discípulo, exigiendo que pruebe ser merecedor de su estima. Sin embargo, el hecho de plantearse si es digno, sin darse cuenta ya le hace digno.
Ha entendido entre otras cosas, que no puede establecer la paz en Under Legacy por la fuerza. La humanidad debe aprender a desearla tanto, como para implementarla ella misma, pero aparece una doble falacia que reside en su submundo: que todos los seres humanos desean ser libres.
En realidad, no todo el mundo prefiere la libertad a la sumisión y, viendo lo difícil que resulta ser libre con responsabilidad, muchos preferirán la dependencia a la independencia, sobre todo si la primera opción puede ser fácil y placentera. A pesar de todo, ni se bate en retirada, ni pierde la fe.
